lunes, 27 de julio de 2009

"Esta boca es mía"

La semana pasada me dirigí a la librería a comprar algunos libros, especialmente sobre sociología. Esto con una intención clara: estoy escribiendo una historia en la cual la protagonista es socióloga, sin embargo, aunque la sociología siempre ha sido una materia que encuentro fascinante, no soy precisamente una experta en el tema. Para darle mayor profundidad a mi personaje es que fui a comprarme estos libros. 

Hojeando algunos bajo el letrero SOCIOLOGÍA, encontré uno que me llamó la atención titulado "Esta boca es mía (y también tuya)" de la periodista mexicana Lydia Cacho. Para quienes no la recuerden, es ella la que desató aquella gran revuleta hace un par de años al publicar su investigación periodística Los demonios del Edén:el poder detrás de la pornografía infantil donde se veían "embarrados" varios servidores públicos y ocupantes de puestos de elección popular. 

Se ha caracterizado por ser una periodista feminista y gran defensora de los derechos de las mujeres. Yo no puedo autoproclamarme una hembrista como tal, pero de un tiempo para acá, mi personalidad se ha visto adornada con algunos tintes de este movimiento; estos precisamente, fueron los que me llevaron a comprar el libro. 

A lo largo de la historia del mundo, las prácticas sociales aunadas a los procesos humanos dan como resultado ciertos paradigmas en los que como hombres y mujeres nos vemos envueltos. Estos ideales sufren modificaciones para adecuarse al momento histórico en que se vive, sin embargo, los cambios no se hacen de manera instantánea y muchas veces pasan desapercibidos hasta que la diferencia ya es radical.

Un tema tan “sencillo” y común como lo es la caballerosidad es un ejemplo de ello. Estos detalles son vistos como muestras de atención o cariño, sin embargo, al analizar el fondo de esta característica, se evidencia que en ella radica un profundo mensaje de superioridad masculina. El abrir la puerta del carro o de algún establecimiento para entrar o salir, el caminar del lado de la calle, el acomodar la silla para que se siente la mujer, el tomarla del brazo para cruzar la calle, entre otras acciones comienzan como un apoyo hacia la mujer porque ésta era "incapaz de hacerlo por ella misma". 

Hoy por hoy, estos son signos de atención para con la mujer y probablemente quienes lo hacen ni siquiera tienen conciencia del significado real de sus “consideraciones”. Inclusive, en la mayoría de los casos, quienes no las tienen son vistos como mal educados o se ponen en desventaja frente a otros hombres que sí lo hacen.

No debemos olvidar que la forma no es el fondo, esto es, no dejarnos engañar por la fachada de hombre “caballeroso”, porque esto a final de cuentas, no habla del valor moral y real de él como ser humano. En palabras de la autora: “Existen miles de hombres que tienen estas atenciones con sus mujeres pero a la vez se expresan de ellas como objetos o “filetes”. Son misóginos incapaces de mirarte a los ojos mientras hablas. Algunos incluso no tienen inconveniente en maltratar a sus parejas. Les importa muy poco lo que una mujer piensa sobre el mundo y generalmente desean imponer su voluntad en todo; son celosos, machos ilustrados, pero eso sí… ¡Nadie puede decir que no son caballerosos!”

Definitivamente hombres y mujeres tienen aptitudes distintas, y mientras los hombres son más capaces para ciertas tareas como lo son las actividades físicas, las mujeres dotan de otras características como la empatía y la sensibilidad humana. Dado a que son seres tan complejos y proporcionalmente distintos, las visiones sobre la vida siempre serán diferentes; se debe asumir el verdadero reto que esto representa: me refiero a respetarlos, identificar las aptitudes, asumirlas y combinarlas con las del sexo opuesto para obtener en conjunto mejores resultados.

Podemos ver que la mujer cada vez gana mayor terreno en cuestión de un rol determinante ante la sociedad y hoy por hoy son miles las mujeres que ocupan puestos importantes tanto en el sector privado como el público y que dirigen grandes corporaciones, evidenciando que son seres inteligentes y capaces de  realizar tareas muy complejas y de gran peso social.

Nos encontramos ahora con uno de los temas que hacen más palpable las diferencias entre hombres y mujeres: la sexualidad. Para empezar, se ha enseñado que quienes gozan de mayor placer durante la relación sexual son los hombres, pues aparentemente son quienes poseen mayor apetito sexual, sin embargo, esto se ha comprobado ser completamente falso. Así como la mujer ha adquirido mayor libertad en el ámbito social, también lo ha hecho para hacer uso de su cuerpo, y con ello ha venido una gran revolución en su intimidad.

Así mismo, se han abierto más a la posibilidad de una vida en soltería sin la necesidad de tener esposo e hijos que sustenten su “felicidad”. Este es, quizás, uno de los mayores paradigmas a los que se enfrentan las mujeres. Desde niñas sueñan con una vida en pareja y unos hijos hermosos que formen su familia y que por tanto, den sentido a su paso por esta vida, sin embargo, esto no es más que el resultado de una educación sexista y completamente infundada. ¿Quién dijo que las mujeres que no “forman una familia” no alcanzan la plenitud?

Por supuesto que es completamente válido el soñar con tener una familia, sin embargo, también lo es el soñar con alcanzar grandes metas profesionales y  espirituales que no contemplen el tener esposo y/o hijos.

Así mismo, el matrimonio es cada vez más difícil de sobrellevar, precisamente por esta fuerza y poder que ha adquirido la mujer. Cada vez se toleran menos faltas de respeto y desatenciones por lo que son más los hogares que se ven quebrantados. Es cierto que no todas las parejas que se desintegran lo hacen por culpa del hombre, sin embargo, es una realidad que mientras la mujer se vuelve más fuerte ante la sociedad, el matrimonio va quedando cada vez más relegado.

Y volvemos al tema de la sexualidad. Es indiscutible que el sexo en la pareja es uno de los pilares en el éxito de su funcionamiento como matrimonio. Hay una cifras muy interesantes, publicadas en los estudios “Informe Hite sobre la sexualidad femenina” e “Informe Hite sobre la sexualidad masculina”, que me gustaría compartir con ustedes: 

“Aunque el 97%  de los hombres encuestados reporta ser feliz en su matrimonio, el 72% de ellos con más de dos años de casados mantiene relaciones sexuales periódicas fuera del matrimonio. De éstos, el 91% dice hacerlo sin remordimiento pues creen que a sus parejas no les gusta el sexo, sin embrago, irónicamente, el 79.9% de las mujeres encuestadas dijeron gozar tremendamente del sexo y desear sentir una excitación que sus parejas son incapaces de proporcionarles”.

Los celos son otro de los temas con mayor impacto en las relaciones. El hombre, siempre educado a poseer, a ser poveedor, a ser fuerte y por esto, ser el amo y señor tanto de lo material como de sus parejas. En la mayoría de los casos esto se da de manera inconsciente y talvez no con la finalidad de menospreciar a la mujer, sin embargo, cuando analizamos los casos, se vuelve evidente del trasfondo que hay en ellos. Una mujer cuando es celada se siente halagada, porque su novio o esposo “la quiere tanto”, “la valora tanto”, “no podría vivir sin ella”, entre tantas otras excusas vacías que cubren una realidad mucho más oscura que es la enferma necesidad de controlar a la pareja, resultado no más que de la propia inseguridad del hombre.

Un estudio publicado en la revista Psicología Hoy asegura que la celotipia como enfermedad (cuando la persona siente que es incapaz, por sus propios medios de controlar sus celos) es un mal que se presenta en una proporción de tres hombres por cada mujer celosa. Esto sin duda, es un dato que me llamó la atención, pues siempre somos las mujeres quienes hemos tenido la fama de “celosas” y “paranoicas” en cuanto a sus parejas respecta.

Creo que esto se da por diferentes razones, principalmente el hecho de que los hombres, por ser generalmente quienes trabajan mientras la mujer está en el hogar, tienen siempre el pretexto perfecto de la secretaria que no les pasa las llamadas o el celular apagado por estar en una junta muy importante con el jefe, las comidas de negocios, los eventos especiales de la oficina, entre otras tantas excusas. Además las alianzas entre hombres para cubrir las infidelidades de sus amigos suelen ser mucho más poderosas que las de las mujeres, principalmente porque también ellas han sido educadas para juzgar más duramente a sus iguales que al sexo opuesto.

Lo que en un noviazgo aparentemente es una demostración de amor y pasión desenfrenados, en una relación ya estable, de varios años, se convierte en una de las peores pesadillas. El problema con los celos es que la cultura popular amorosa los enaltece como valor agregado y difícilmente los cuestiona. Se dice que de todas las patologías del amor, los celos son los únicos que se notan desde un principio, por lo que al parecer sería fácil alejarse de ellos, sin embargo, por ser una creencia social que los celos son señal de amor, en vez de alejarse, se acercan más.

La lista de supuestas teorías o creencias sociales es interminable, pues el ser los humanos seres tan complejos, con grandes tendencias hacia las rutinas, con ciclos de educación fijos, hace que nuestra cultura esté llena de paradigmas, sin embargo, es importante celebrar tanto la determinación de la mujer para involucrarse en una vida social y profesional activa, donde se le tome en cuenta como ser humano y se le permita hacer uso libre de su voz y su cuerpo, así como la conciencia que han tomado los hombres sobre el valor real de las mujeres y la apertura que han tenido para convivir en distintos ambientes con ella y respetar sus puntos de vista y acciones. 

Está más que claro que aún vivimos sumergidos en una cultura machista sin siquiera darnos cuenta, pero también es una realidad que cada vez esa brecha es más corta y que la mujer participa cada vez más en trazar las líneas que determinan la historia y por tanto, el rumbo de la sociedad.

2 comentarios:

  1. Yo creo que no hay nada más bonito como la comunión y el respeto hacia tu prógimo así sea un pájaro un hombre o una mujer, solamente así cambiaremos el rumbo de la sociedad. Te veo mañana para comer.

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  2. yo tengo pipí y?
    las entiendo y al mismo tiempo no.
    el machismo puede ser algo extremadamente culero y por otra parte creo que lo inventaron las mujeres.
    méxico es un matriarcado y siempre lo será.

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