lunes, 28 de septiembre de 2009

Jóvenes y desempleo

En esta ocasión toco el tema del desempleo, pues como recién egresada tengo la oportunidad y la responsabilidad de ser vocera de mi generación.

Habemos miles de jóvenes que semestre con semestre salimos de la vida universitaria para entrar al mundo profesional. Según cifras de la ONU, somos poco más del 40% de los jóvenes del mundo los que nos encontramos desempleados, pero no nos vayamos tan lejos, veamos la situación en nuestra ciudad.

Este año, Baja California alcanzó la tasa más alta de desempleo del país, con el 6.4, provocando la pérdida de cerca de 30 mil empleos en el primer semestre del 2009. Es alarmante escuchar que nuestra ciudad, después de ser target de migrantes de todo el país precisamente por las oportunidades de trabajo, es ahora una de las ciudades con mayor desempleo de México.

Por supuesto que esto afecta en mayor medida a los jóvenes, pues precisamente por esa falta de experiencia que nos caracteriza, se cierran las puertas de los pocos lugares con vacantes bien pagadas, que están al nivel de los conocimientos que hemos adquirido.

Es preocupante ver que las condiciones de nuestra ciudad no han permitido que despegue nuevamente la economía que haga reactivarse la oferta de empleo. Es preocupante que los pocos que tenemos la oportunidad de concluir una carrera universitaria en muchos de los casos terminamos sin aplicar los conocimientos en los que nos hemos especializado y peor aún, sin realizar actividad alguna.

Revisemos algunas de las consecuencias de esto:

Primeramente el desperdicio de tiempo y conocimientos. Generalmente quienes estamos recién egresados venimos con la rutina y costumbre de cumplir con tiempos, tareas y dedicación hacia nuestras actividades. Cumplimos con altas expectativas de trabajo y rendimiento. Todo esto de lo que somos capaces, con el tiempo se debilita, pues como todo, requiere de práctica y seguimiento.

Así mismo, esto provoca depresión, angustia y descontento entre los jóvenes. Cuando uno deja de sentirse útil se da pie a un sin fin de problemas personales, que a su vez, afecta nuestro comportamiento en sociedad, pues como cualquier ser humano requerimos de motivación para seguir adelante.

Otra de las graves consecuencias es el abaratamiento del trabajo. Después de un tiempo de buscar un empleo digno, con un salario proporcional a los conocimientos y habilidades obtenidos, solemos tomar lo primero que se nos ofrece. De esta manera, abaratamos la calidad de nuestro rendimiento y esto provoca un impacto económico considerable. Los dueños ganan más, los trabajadores ganan menos y la brecha es cada vez mayor. Siempre habrá un joven egresado desesperado que tomará la oportunidad, por más injusta que esta sea.

Quienes necesitan del trabajo para poder subsistir suelen recurrir a prácticas ilegales o turbias para adquirir el dinero que necesitan. Por otra parte, quienes se encuentran en una situación económica más estable, dedican muchas de sus horas al ocio, provocando una disminución en su productividad.

Los jóvenes pueden volverse flojos y comodinos. Todo por no contar de inicio con los medios necesarios para direccionar toda su energía y capacidades.

Estas, son solo algunas de las consecuencias que puede ocasionar el desempleo en los jóvenes. Éstas son tan solo situaciones que se dan a corto plazo, pero que a la larga, pueden desembocar en problemas aún mayores con grandes niveles de impacto en la sociedad.

Hago un llamado a las empresas e instituciones para voltear su mirada hacia los jóvenes profesionistas, que somos personas preparadas y que hemos comprobado a lo largo de la carrera que somos dignos de un buen trabajo, pero sobretodo, que contamos con las capacidades y habilidades necesarias para cumplir con importantes actividades de manera eficaz.

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